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viernes, 16 de agosto de 2013

Una carta sin punto y final.

¿Cómo todo el orden emocional que tanto te ha costado conseguir puede ponerse patas arriba en tan solo unos días?

No puede suceder, va en contra de las leyes de la física. Pero parece ser que cuando todo gira a tu favor pasa algo inesperado que lo desordena todo de nuevo.

Todo es así de fácil, quise pensar hace meses que no me merecías, y empecé a odiarte como jamás he odiado a nadie, pero empecé a recordar que se dice que es ese amor-odio lo que ata tanto a las personas. 

El vivir en la incertidumbre. 

Ciertamente cada persona tiene su manera de querer, cada pareja se ama de maneras distintas. ¿Era la nuestra la correcta? Para los demás no lo era, no apostaban por nosotros, yo si lo hacía y se supone que tu también, íbamos a lo nuestro... El problema vino cuando reparábamos más en lo de los demás que en lo nuestro.

Sinceramente no se en qué momento he dejado de quererte, ni siquiera se si lo he conseguido o no, es todo un enigma la verdad. Pero si tengo claro cuando te empecé a querer y se que te quise de verdad, como nunca. Solo lo sabes cuando lo sientes. Y yo lo sentía con todo mi alma, lo sentía con lágrimas, con caricias, con sonrisas y carcajadas; lo sentía con celos, peleas y reconciliaciones. Lo sentía con todo. De verdad...

Era algo tan verdadero que dolía, y vamos que si dolía...

Pero eras todo adicción.- Ese era el puto problema, eras droga, enganchabas hasta la muerte. Y cuando te enganchas a algo todo lo que viene después son catástrofes. Cuando te falta tu dosis un día te descontrolas y te vuelves loca. Y el miedo era ese: al igual que me enganchaste a mi también podrías haber enganchado a cualquier otra. Pero lo siento, yo no quería compartir mi dosis diaria de ti. 

Al fin y al cabo toda adicción tiene un principio y un fin. 


El problema vuelve cuando descubres que no te has desenganchado del todo...



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